Foto Tiguaz
Vi tu sombra ceñida a mi cintura
sin apenas rozarme, suavemente,
cual un susurro de agua resurgente
que proviene quizás de la espesura.
Bien sabes conocía tú hermosura
como si fuera un viento renaciente,
el regalo de amor más consecuente
que llevaba sin duda
a la locura.
Las manos enredadas en mi pecho,
mis labios impregnados de los tuyos
masticando despacio los murmullos
que fueron apagados en mi lecho.
De mis palmas surgieron ovaciones,
no me pidas ni quieras soluciones.