Esa piel con perfume
de manzana,
pincelada del son,
aquel latido
sutil tan delicado
cual gemido
que pueda semejar la
porcelana;
excitante sonido en la
mañana
cuando escucho
sereno tu suspiro
que muestras como
mar embravecido
si acaricio
constante esa mediana.
Son los labios sabor
de zarzamora,
los pezones mil
fuegos delicados
y tu ombligo desdén
de mis pecados
con la marca sutil
que me enamora.
Qué más quieres
saber, sultana mía,
reina mora, mi bella
poesía.